EL ÁGUILA REAL
Desde mi puesto de observación,
bien camuflado bajo unas matas de boj, me deleito en la contemplación de cinco
jóvenes zorros que juegan a la puerta de su refugio. Han salido hace media
hora, con toda precaución, cuando el sol se asomaba sobre las cumbres. Poco a
poco han ido cobrando confianza; tendidos en las posturas más cómicas han
estado mordisqueándose, para terminar persiguiéndose abiertamente sobre la
fresca hierba que crece ante el negro agujero de la cueva.
Súbitamente los cinco zorros a la
vez se precipitan hacia su fortín. Casi en el mismo instante oigo detrás de mi
cabeza un zumbido creciente, como el producido por una bandada de torcaces al
pasar en vuelo bajo por un encinar. Primero veo una sombra enorme, exactamente
delante de la mirilla de mi observatorio. Una masa parda se confunde con ella.
Es el águila real. Con las alas semicerradas, formando un ángulo con el cuerpo,
con las garras abiertas y adelantadas el ave de Júpiter se clava materialmente
contra la pared de la cueva de los zorros. En el último instante gira en ángulo
recto. Y en lugar de chocar y aplastarse contra la dura caliza, como un
observador profano hubiera podido temer, sale lateralmente llevándose un
zorrillo en las garras hacia el fondo del valle.
Esta es la técnica de caza
favorita de la reina de las aves: el ataque por sorpresa. Cuando se la ve
describiendo amplias órbitas, en lo alto del cielo, en realidad no está
cazando. Simplemente trata de ganar altura, dejándose elevar por las corrientes
ascendentes de aire caliente, llamadas térmicas, para alcanzar una situación
que le permita desplazarse hasta sus cazaderos. Cuando las águilas tienen
altura suficiente, se lanzan en un picado oblicuo muy tendido, sin dar un golpe
de ala. Así, pueden cubrir distancias de hasta treinta kilómetros. Aprovechando
la gran inercia de su caída, vuelan velozmente pegadas al terreno, tratando
siempre de aparecer de improviso sobre las crestas y cuerdas de los valles,
para sorprender a los mamíferos o a las aves que se encuentran al abrigo de las
laderas.
Un águila real, lanzada a más de doscientos kilómetros por hora hacia
el fondo de un estrecho valle, es un espectáculo inolvidable. Y a esa gran
velocidad el pesado pájaro resulta tan ágil como un azor; y puede cortar generalmente
con un giro brusco de costado, la finta de la más ágil liebre o el salto hacia
la madriguera del astuto zorro.
Ingresar al siguiente enlace de Educaplay y realizar el cuestionario
http://www.educaplay.com/es/recursoseducativos/1731494/el_aguila_real.htm
Una vez realizado el cuestionario copiarlo en su cuaderno
RODRÍGUEZ DE LA FUENTE,
Félix.
Aparecida en
la revista La Actualidad Española
Soy Michel Serna y esta es la clase de castellano para el viernes 6 de febrero del 2015
ResponderEliminarSoy Sebastian Pomeo y esta es la clase de castellano para el viernes 6 febrero del 2015
ResponderEliminarSoy Katherine Campos y esta es la clase para el viernes 6 de febrero de 2015
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